Él es ella
- Dania Viviana Gónzalez
- 15 sept 2016
- 3 Min. de lectura

Lucy Foto tomada por Dania Viviana
Aunque la mayor parte del día, Manizales ha estado oscuro y brumoso, la tarde bosqueja matices de calidez. Lucy cruza la zona rosa de la ciudad, todo anda bien, ella es la Lucy de siempre, Lucy Márquez, una estudiante de Derecho de la Universidad de Caldas.
Transita por el bulevar examinándose, observando su piel bronceada, de la que se siente presuntuosa. En ella, se dibuja una sonrisa de complacencia, pues, ese tono de piel combina perfectamente con sus ojos color café, de los que le han dicho que transmiten confianza y mucha seguridad. Su cabello azul en forma de rizos, cae sobre la espalda, y el color vino tinto de sus uñas, junto al tono negro de su indumentaria, engalanan a un transgénero de 19 años.
Al final del pasaje, la espera una amiga. Juntas caminan hacia las sillas de cemento, del parque contiguo al Juan Valdez del Cable. Al tomar asiento, Lucy suspira, como recordando algo melancólico. Su amiga, nota el gesto y pregunta qué pasa. Lucy, un poco confusa comienza su historia…”Esto del cambio, bueno la transformación a mujer no es nada fácil, mi proceso de hormonas está suspendido, debo cambiar de EPS”.Una vez dijo esto, permanece en un silencio breve, pero haciendo carrizo retoma la charla. “Es toda una odisea”, dice con risa irónica… y prosigue “Una tarde, creyendo que estaba sola en casa, empecé a experimentar con maquillaje, pasé mucho tiempo frente al espejo, me divertía, sentía que en realidad yo era un mujer encerrada en un cuerpo de hombre”.Ocurrió algo inesperado, Lucy cuenta que detrás de su imagen en el espejo, apareció la de su padre, así, de imprevisto. “Inmediatamente se me cayeron el lápiz labial y el rubor que sostenía en las manos…El rubor se quebró al chocar con las baldosas del baño”.Ella, señala que su papá no reaccionó tan mal, como lo esperaba. “Pues él solo dijo que le desagradaba sobremanera que un hombre se comportara como mujer, y que fuera su propio hijo”.Lucy, decae un poco, como si sintiera que había defraudado a su padre. Aunque sin dar mucha importancia a este sentimiento repentino prosigue…“Mi mamá, mi papá y yo resultamos reunidos en la sala de estar. Sin dilación alguna mi padre preguntó: --David, ¿eres homosexual? Con timidez, él terminó asintiendo. “Sé que ellos son muy conservadores, que no les satisface en lo más mínimo lo que me ocurre, pero con respeto lo aceptaron, teniendo en cuenta que había un antecedente, pues, mi hermana mayor, confesó, tiempo atrás, que era lesbiana, de ahí que no resultara tan impactante revelar mi secreto”. Y sostiene con voz firme “Desde muy pequeño, vi que era diferente, a mí sólo me gustaba jugar con muñecas, dibujar muñecas. Esa parte la ignoraba hasta los 13 años, cuando supe que me gustaban los hombres. Con el tiempo me percaté de que algo en mi vida no me llenaba como persona, empecé a notar que tenía actitudes diferentes. Cabello largo, ropa ajustada y femenina, actitudes que tienen las mujeres; me encanta el maquillaje desde muy niño. Me gusta como se ve la mujer, sus facciones femeninas, de eso me di cuenta en noveno grado, era joven pero sabía lo que quería”.Lucy, espera cambiar de EPS para continuar la aplicación de hormonas a la que debe someterse. Es consciente, además, de las fatigas del proceso, como las valoraciones psicológicas, psiquiátricas, las múltiples intervenciones finales, en pos de su transformación definitiva, es decir, el implante exitoso de vagina, cuyo costo asciende hasta los cuarenta millones de pesos.Cuando Lucy piensa en otros trans, se nota la inquietud “No sé si realmente son felices, lo digo así, porque hay otra cara de la historia. En la galería, existen unos cuantos transexuales que perviven en condiciones muy distintas, prestando servicios sexuales a borrachos, que a veces son groseros. Aunque, lo más escalofriante es que aquellos que cuentan con la posibilidad de realizarse una transformación efectiva, la consiguen en ocasiones, de muy mala calidad y con peligros evidentes para su integridad. Estos trans están expuestos a dosis de hormonas o medicamentos sin registro, logran verdaderos cambios, a expensas de la decoloración de la parte aplicada, dolores inaguantables, pérdida de la eyaculación, hasta antes de lograr el implante vaginal. En definitiva les cuesta muchos y variados problemas y dolores” concluye. Lucy afirma que la transformación final no es un procedimiento que le preocupe tanto en cuanto al aspecto psicológico, o siquiátrico sino más bien, económico. No desconoce que el reto es encontrar recursos para retomar su proceso de hormonización con medicamentos, fundamental para preparar el cuerpo para la intervención quirúrgica, en la que se hace el cambio de sexo.Se levanta de allí, mira hacia lado y lado y fija sus ojos en un estudiante desprevenido que observa las hojas caídas de los árboles y ratifica su pensamiento: “me gustan los hombres”.
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